LA PRISA

LA PRISA

¿Qué es la prisa? Según el diccionario de la lengua española la prisa es la forma de ejecutar una acción con la mayor prontitud o rapidez. Durante el desarrollo de la acción con prisa, se suele obviar ciertas normas de seguridad, jurídicas, morales o éticas.

Por ejemplo, si vas en una vía como conductor de vehículo, y te vuelas un semáforo por culpa de la “prisa”, violas las normas jurídicas del tránsito, las normas éticas de tu propio código moral y cercenando los derechos de las demás personas al tránsito tranquilo sobre la vía publica, sin contar con potenciales infortunios al atropellar algún peatón.

La prisa, ha sido la culpable de muchas desgracias familiares, políticas, religiosas, económicas, judiciales, etc. Toda vez que el ser humano en todas sus acciones tiene efectos jurídicos. Pero no nos encasillemos en términos del derecho, al mencionar esta palabra. Las responsabilidades jurídicas se dan en el diario vivir, todas, absolutamente todas las acciones humanas tienen repercusiones jurídicas, incluso en el núcleo familiar, si no correspondes con tus obligaciones, eres responsable de conductas jurídicas.

Habiendo argumentado la “prisa” como forma de responsabilidad jurídica, continuemos con la descripción de los efectos de ejecutar acciones con “prisa”.

La familia, como eje de la sociedad, es la primera en solicitar mi atención en este sentido. Enseñemos a nuestros hijos y nietos que la “prisa” como dicen nuestros abuelos, lo que trae cansancio. Es un adagio popular, pero cargado de mucha sabiduría. Resulta, que la vida en este nuevo siglo, no deja espacio ni para disfrutar de los hijos que con mucho cariño se traen al mundo. Luego entonces, para que se copule si el fin no es la creación de otro ser vivo.

Pero interesantemente desde antes de la concepción, la naturaleza usa la prisa para dar una vida, ya que los espermatozoides desarrollan una espectacular “carrera” para fecundar un ovulo listo para la creación. Me pregunto, ¿será que la prisa no es una característica actual de los estilos de vida, o es por el contrario una capacidad innata del ser humano? Toca hacer una investigación metafísica, filosófica, psicosocial o biológica, en fin. Pero lo cierto es que la “prisa” siempre deja algo por que pensar.

Todos y cada uno de los miembros de una familia, están en la obligación de reflexionar sobre las consecuencias de ejecutar acciones con “prisa”. Pongamos un ejemplo: una mujer lleva de novio a un sujeto que conoció cerca de su lugar de trabajo. Al cabo de 8 meses se casan porque ya se conocen lo suficiente o porque la mujer ha quedado embarazada. Luego de 3 meses de casados, comienzan los problemas de alta intensidad, ella va para su casa y el tipo va por otra mujer. Los hijos, despatriados por el problema, reciben el pago de tan difícil situación, todo por culpa de la “prisa”, la cual tomaron como forma para acelerar la unión marital. La consecuencia: tiempo perdido con persona equivocada y los hijos con afectaciones psicológicas. En este sentido, las violaciones son del tipo moral, los valores familiares como el respeto, colaboración, unión y tolerancia se perdieron. En suma dicha acción trae otras consecuencias, pero esta vez de tipo jurídico, ya que de no llegar a un acuerdo de potestades y alimentación, se suele llegar hasta los estrados judiciales.

Nótese que por usar la “prisa” en nuestras acciones, los errores suelen pagarse caros.

Otro caso donde podría describirse la consecuencia de usar la “prisa” en el núcleo familiar, son las acciones donde se involucra la violencia intrafamiliar, donde se puede observar de acuerdo a estadísticas, que las más damnificadas son las mujeres, con lesiones físicas y psicológicas. Esto al tomar determinaciones a “prisa” con finalidad de solución, sin consultar al cerebro sosegado y consciente. En este caso prima el cerebro paroxico o reptiliano. En el caso concreto, la “prisa” ha perjudicado el aspecto familiar y judicial del sujeto, toda vez que ha lesado física y emocionalmente a su ser querido.

De acuerdo a la psicología, las acciones en el ser humano son empujadas por un sentimiento, el cual va ligado a determinados procesos, sean académicos, culturales, deportivos, religiosos, económicos, políticos en fin. Sea cual sea la posición en dichos procesos, los actores en todo momento se ven obligados a tomar decisiones, encaminadas a mejorar o desmejorar su tarea. Durante su desarrollo, suelen omitirse factores, métodos, procedimientos, aspectos, elementos etc. Que inciden más o menos en el resultado del proceso o actividad. Esto hecho por la premura o presión que ejercen los superiores, socios, o colegas involucrados en la totalidad del proyecto con afán de demostrar efectividad y eficacia. Aquí, evidentemente, la predominante en las acciones, es la “prisa”, prisa en hacer, proceder, ejecutar, transportar, sostener, construir, sin importar las repercusiones posteriores.

En este caso, la violación ética y jurídica es evidente, los usuario del producto final de ese proceso premuro, consumen un producto defectuoso, inequitativo, o injusto.

Como se puede analizar, la premura o prisa, es un mal legado por la naturaleza y que irradia en este siglo, las relaciones interpersonales, laborales, académicas, políticas y de la vida diaria.

La culpa ahora se le hecha a la tecnología, que gracias a ella, los procesos hoy en día se hacen más rápido. Pero ¿Quién conduce la tecnología? ¿Acaso no es el hombre? o ¿Es que la inteligencia artificial ya está a la mano de la persona ordinaria? Interrogantes obvios, pero importante reflexionar sobre ellos. Es cierto que la tecnología evoluciona rápido, y solo en 50 años la humanidad jamás ha tenido desarrollo tecnológico igual al actual. Pero, ¿Puede un ser humano procesar tantos datos rápidos como la hace una maquina? ¿Será que la prisa es la que impulsa al ser humano a desarrollar maquinas rápidas? El resultado, es la victimización del propio ser humano, ya que se pone el mismo en desventaja al querer igualar los procesos humanos con los de las maquinas.

La “prisa” es la responsable del deterioro psicosocial, biofísico y nutricional de la humanidad. Es responsable porque invita a vestirte o copiarte de otras latitudes, olvidando así, la tradición y la cultura. Es responsable porque te invita irrespetar las decisiones de los demás, ya que se toman determinaciones sin tu consulta. Es responsable porque te invita a alimentarte con alimentos insanos, ya que por “prisa” solo consumes comidas chatarras. Es es responsable porque te invita al sedentarismo al promover estilos de vida insanos al agregarte horas de trabajo y responsabilidades enormes que sobrepasan tu rendimiento y recursos.

Lo descrito aquí no es nada extraño, se vivencia en la cotidianidad. Lo que pretendo, es invitar a la reflexión sobre las acciones hechas con prisa.

La premura en las acciones, genera en el organismo sensaciones de ansiedad, temor, desesperación, lo que genera en consecuencia estrés. Todos los organismos reciben de distinta manera el estrés. Ahora bien, imaginemos un escenario, donde emisor y receptor mantengan niveles elevados de estrés ¿Cómo sería esa comunicación? Pésima es la respuesta, no hay canales reflexivos de autocorrección ni de cooperación. Ahora la tarea es la pausa, la relajación, todos los procesos tienen su debido tiempo y forma de desarrollo, en nuestra mente está determinar los métodos y procesos pertinentes en espacio y tiempo para desarrollarlos. No permitamos que los ambientes nos obliguen a tomar decisiones apresuradas, tomemos un momento para respirar y pensar. Sé que es una tarea difícil en estos tiempos, porque la “velocidad del universo” te lo pide, sin embargo, allí radica el análisis, ¿vale la pena apresurar este proceso? Hacer esta pregunta es importante para actuar en nuestros propios procesos.

Atte.

Lic. Jesús Lugo